Un hombre se enfrenta a una pesadilla logística tras haber recibido una orden de su ayuntamiento para desalojar de su casa a 20 palomas mensajeras, de las que sus vecinos se habían quejado por el ruido y el olor.
Roy Day es miembro de la National Pigeon Racing Association británica y guardaba las aves en una caseta de jardín en su casa de Northfleet. “Me dieron un plazo de siete días para deshacerme de ellas por motivos de salud pública, pero incluso me he ido a soltarlas a 150 kilómetros de distancia y siempre terminan volviendo. Son palomas mensajeras”.
Al parecer, la única manera que tiene de que las aves no vuelvan a su casa es matando a los animales, algo a lo que se niega en redondo por su afición y porque su hijo de siete años, que es quien las cuidaba, ya está demasiado devastado por la orden de desahucio colombófilo, para encima soportar el peso de 20 cadáveres sobre su conciencia.
Padre e hijo tomaron la decisión de criar palomas ya que solían ir por los mercado para alimentarlas, pero como eso está prohibido, consiguieron una docena de ejemplares y los entrenaron para que volaran alrededor de la casa, pudiéndoles dar de comer sin moverse del jardín.
Así que Roy ha hecho saber a su ayuntamiento que él acata la orden municipal; pero que no importaba lo que hiciera que las palomas siempre terminan “volviendo a casa”, porque eso es lo que están entrenadas para hacer.
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