Los investigadores estudiaron a un grupo de más de 100 adolescentes que vivían en una región de 100 x 150 kilómetros cuadrados en el este de Finlandia. Algunos vivían en ambientes rurales y en granjas aisladas, y otros en grandes ciudades. Además, se tuvieron en cuenta factores que también pueden estimular las alergias como los hábitos de consumo de tabaco de los familiares o la presencia de mascotas en casa.
Los resultados indicaron que, cuanto mayor era la biodiversidad y la superficie de bosque o de tierra de cultivo en la cercanía de las viviendas de los jóvenes, menor era la prevalencia de alergias.
Esta relación se explica porque en estas zonas también es mayor la diversidad de microorganismos, muchos de ellos beneficiosos para el hombre. En concreto, los científicos encontraron que los jóvenes de áreas rurales tenían mayor cantidad de un grupo de bacterias llamadas gammaproteobacterias que podrían ser las responsables de inmunizar al organismo frente a los factores causantes de alergias.
Otro estudio en Europa también viene a confirmar esta teoría. Éste revela que los niños que crecen en granjas y tienen contacto con las vacas y su leche son menos propensos a sufrir alergias y asmas que los menores que viven cerca, pero no en una granja o tambo.
El 11% de los niños criados en granjas era asmático, comparado con el 16% de los chicos que las visitaban y el 18% de los que nunca las habían visitado. Para la rinitis alérgica, las cifras fueron, respectivamente, del 5%, el 11% y el 15%. Y las sibilancias y el eccema también fueron menos frecuentes en los niños criados en granjas que en los otros dos grupos.
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